viernes, 1 de julio de 2005

Una casa... un hogar

Quiero que duren las historias para siempre, y que tanto en los cunetos como en la vida real todos vivan felices para siempre. Que cada persona se sienta bien tal y cual es, sin necidad de hacer dietas de mierda, y pensando a cada momento todo lo que comeré cuando términe de matarme del hambre.

Tengo tantas cosas que escribir, se me vienen las palabras sueltas a la cabeza, me cuesta mucho tratar de agarrarlas, ordenarlas y tratar de traerlas hasta acá.

No he dejado de pensar en mi prima Fabiola, que no tuvo nunca una familia como la que ella siempre soñó. Tuvo una mamá que encontraba mejor pasarla bien y murío pensando que el mundo debía girar en torno a ella. Un papá del que no puedo decir mucho, sólo que a puro instinto trató de ser un buen papá.

Ella se casó con el primer chiquillo que vió que le podía dar la familia que ella siempre había querido, pero era muy chica pa' mi gusto, y con él trato de hacer la familia que no tuvo. Tuvo un hijito precioso... pero formar esta familia en la casa de sus suegros... no fue la mejor idea y obviamente en menos de 2 años la wea se acabo.

La cosa por lo que escribo esto es porque ella hace algunos días trato de quitarse la vida, no tiene casa, no tiene un compañero... no tiene el hogar que ella siempre quizo... pienso que es tan pero tan díficil hacer en una casa un hogar. Me encanta ir a la casa de mis viejos, me siento hija, sin responsabilidades y que todas las atenciones y mimos son para mi, me siento niña por un instante y eso me gusta, Fabiola no tuvo eso, su mamá andaba de amante, tras amante, todos sus hermanos le debían juntar plata para pagar un arriendo y darle mercadería en el mes, su papá, que fue con la persona que ella se crió, un hombre trabajador que siempre vivio con su mamá (la abuela de mi prima) y que esta señora los hacia sentir siempre que podía, unos allegados, que en cierta forma son.

He conocido hogares constituidos por las personas más extrañas de este mundo, de familias comunes y corrientes, de parejas homosexuales, de matrimonios viejos y jovenes, con o sin niños, de convivientes, de mamá con hijos, hijos con abuelas... y en algunos se siente ese calorcito de hogar que en invierno sobre todo cuando hay lluvia se disfruta tanto. Y en otros como que no se puede estar ahí más de una hora porque el ambiente es pesado e inquietante, hasta para los mismos miembros de la casa.

Me ha costado mucho hacer que mi casa parezca hogar, que nuestros amigos y familias se sientan acogidas y cómodas (debo reconocer que mi esfuerzo se enfoca más en mi familia que la de mi sr. esposo... pero trataré de cambiar eso). Tratar de enfocarme en la calidez que se puede dar a cada persona que está de visita, y que tener una casa linda va más allá del orden y de la cantidad de cosas que uno tiene. Cuesta, mi conyuge le gusta más nuestra casa que la casa de sus padres, a mi... a mi aún me da nostalgía en las tardes e imagino que estará haciendo mi mamá, la hora de llegada de mi hermano chico, escucho a mi papá pidiéndome agua antes de comer, a mi hermana pegada al teléfono. Asi que cuando me pasa eso pongo una buena música, prendo incienso y palo santo, lo paso por toda mi casa, me siento en el living y miro toda esa casa que tanto nos a costado y me gusta, me siento cómoda y la siento cada día más mia... pero sigo extrañando el ser hija.


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